Al final del periodo aparece René Descartes, quien es sin duda la primera figura de la filosofía moderna y el instaurador del racionalismo en Europa.
Aun cuando el Renacimiento puede considerarse como un periodo de transición entre el medievo y la Ilustración, en la historia de la filosofía habrá que considerarlo un periodo independiente que tiene tanta validez y autonomía como cualquier otro.
El pensamiento renacentista
En sentido literal, renacimiento significa nuevo nacimiento o vuelta a nacer. En sentido histórico, el Renacimiento alude al redescubrimiento de la cultura clásica; es decir, la recuperación de los valores grecolatinos en diversas disciplinas, como el arte, la literatura, la filosofía y la ciencia.
En lo que respecta a las contiendas religiosas, algunos movimientos innovadores surgidos a fines de la Edad Media, y tachados de heterodoxos o heréticos, desembocan en la Reforma protestante del siglo XVI.
El pensamiento filosófico abarca desde la crítica del escolasticismo medieval en el siglo XIV y las innovaciones filosófico-teológicas del siglo XVI, hasta la aparición de Descartes en el siglo XVII,que instaura la modernidad filosófica propiamente.
El agotamiento del modelo medieval
El agotamiento de un modelo sucede cuando éste ya no proporciona una explicación satisfactoria de la realidad. Esto ocurrió con la visión medieval del mundo.
El mundo cambia radicalmente y las cuestiones que se discuten pierden actualidad más rápido de lo que las autoridades sobre el tema desearían. Esto fue lo que pasó en ese lapso: la evidencia sin antecedentes acerca del mundo obligó a los pensadores a plantearse nuevos problemas antes de que la Iglesia admitiera, o siquiera considerara, que una nueva visión del mundo era posible.
El experimentalismo de Francis Bacon
Su principal aporte consiste en la renovación de la lógica, en la cual desestima la metodología silogística y las categorías de Aristoteles, que fueron la base del razonamiento lógico durante la Baja Edad Media, y se utilizaron por escolásticos como Tomás de Aquino, para apoyar, explicar y demostrar sus tesis.
Bacon Propone una nueva teoría del método basada en la observación, la experiencia y la inducción.
Lo que garantiza la verdad es partir siempre de los hechos o fenómenos reales mediante la observación directa y siguiendo el proceso inductivo: ir de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto.
Esta metodología experimental de Bacon instaura lo que séra una constante de la filosofía anglosajona, la cual solemos calificar como empirismo.
La teología copernica de Giordano Bruno
La idea de que el ser humano constituye una categoría singular por su origen, privilegiada por su esencia o naturaleza excepcional por su destino, se vio en entredicho con la nueva teoría astronómica de que es la Tierra la que se mueve alrededor del Sol y no a la inversa.
Copérnico se limitaba a deducir lo que para él era evidente: que la Tierra no era el centro del cosmos y que ese lugar lo ocupaba el Sol. La tesis de Copérnico contravenía una sentencia bíblica:Terra in aeternum (La tierra permanece quieta por siempre), y daba alas a quienes pretendían rescatar religiones perdidas de los egipcios, como Giordano Bruno.
Viajó por varios países europeos, en parte impulsado por su propio espíritu aventurero y en parte para rehuir las pesquias de la Inquisición.
Una de las tesis más arriesgadas de Bruno es que el Universo participa de la infinitud y la eternidad. El cosmos tiene vida y alma, lo que el filósofo llama anima mundi (es decir, el alma del mundo). Incluso puede afirmarse que no sólo el ser humano, sino todo lo creado conserva una huella divina.
Asediado de continuo por la Inquisición, y tras siete años de prisión en Roma, fue condenado a ser quemado vivo en el año 1600.
René Descartes
El propósito fundamental de Descartes es construir un edificio filosófico, firmemente asentado sobre principios tan bien pensados y demostrados que en adelante ya no pudieran ser negados ni cuestionados.
Esa actitud implica dos juicios. El primero consiste en que la mayoría del saber anterior adolece de oscuridad, confusión e incertidumbre, incluidos los grnades sistemas de Platón y Aristóteles. Un segundo supuesto cartesiano consiste en declarar que todas las fallas, retrocesos y mezclas de verdad y error que observamos en la historia del saber humano tienen su origen en la carencia de un método bien estructurado y aplicable, con igual o semejante validez cognoscitiva, en todas las disciplinas del conocimiento.
La duda como sistema de conocimiento
Descartes busca un punto de partida, una certeza inicial que sirva de "primera piedra". Convierte así la duda en parte del método de conocimiento. Pero al dudar de todo, Descartes llega a la conclusión de que al hacerlo así, de lo único que no puede dudar es de que está dudando. Y si duda, dice Descartes, existe. Al final del recorrido, el autor del Discurso del método afirma: Cogito, ergo sum; es decir: "Pienso, luego existo". O en forma más completa: "Dudo, luego pienso; pienso, luego existo".
Pero fue el propio Descartes quien se adelantó a proclamar la singular importancia de su descubrimiento: "Asi Arquímides buscaba un solo punto firme e inmóvil para sacar de su quicio al globo terráqueo, del mismo modo puedo yo concebir la más lisonjeras esperanzas al haber encontrado una sola cosa del todo cierta e indubitable.
Hacia un nuevo sistema filosófico
Ahora Descartes enfrenta un problema: si bien ya encontró un principio indubitable, éste se encuentra en el pensamiento, y éste, a su vez, en el sujeto, no en el objeto. Es decir, el principio indudable y último donde está la única verdad, se encuentra, finalmente, en aquello que suele errar y que ha errado por muchísimo tiempo, el sujeto.
En dos palabras: el argumento se complica.
Es decir, que yo existo es claro pero... ¿cómo fundamento el que existan las cosas que están fuera si eso es jusstamente de lo que puedo dudar, y no solamente eso, sino que ahí es precisamente donde me puedo engañar con más facilidad?
El plan de ataque consistió en crear una entidad externa al sujeto que tuviese el mismo grado de verdad o indudabilidad que la existencia del sujeto, y esta entidad fue Dios.
Dicho de otro modo: la existencia de Dios es "evidente" en y por sí misma, y las evidencias no necesitan demostrarse.
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El dualismo cartesiano: la cosa extensa y la cosa pensante
Una vez certificada la existencia del yo, de Dios y del mundo, en este orden, Descartes clasifica las realidades existentes en dos clases contrapuestas:
1.Por un lado está todo lo que es material y cuyo constituitivo primario es la extensión, con su triple atributo de longitud, anchura y profundidad.
2.Por otro lado está lo que es inmaterial y cuyo constituitivo esencial es el pensamiento: "res cogitans" (frente a "res extensa").
Pero ¿qué pasa con el ser humano? Es el único ser compuesto de "res cogitans" y "res extensa", una especie de centauro con un cuerpo tan material como cualquier ente natural, y con espíritu del todo inmaterial y cuya sustancia o escencia es el pensamiento.
De hecho, Descartes inaugura uno de los más importantes sentidos del pensamiento moderno: su optimismo radical. Descartes cree que la posibilidad de obtener un conocimiento confiable es posible mediante su método de reflexión.
Blas Pascal
Abandonó sus indagaciones físico-matemáticas y se concentró en la búsqueda de las verdades cristianas para regir su propia vida espiritual y para orientar a los "espíritus" deseosos de encontrar a Dios.
Planeó componer una defensa de la "verdadera religión". Debido a sus propias enfermedades y a la brevedad de su existencia. Tal proyecto apologético quedó inconcluso.
Pascal nos dejó sus consideraciones sobre la naturaleza del hombre o, en términos más modernos, sobre "la condición humana".
Quizá lo primero que debamos tener en cuenta es que aunque Pascal aprueba sin reservas el método cartesiano, y con esto no se está hablando de los sentimientos sino de la intuición, de esa extraña capacidad de poder conocer sin necesidad de demostrarlo matemáticamente. Ésta es la diferencia esencial de Pascal con Descartes y la que distingue al primero del racionalismo del segundo.
El ser humano: "caña pensante"
"El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza; pero es una 'caña...pensante´.
"No hace falta que el Universo entero se arme para aplastarlo; un vapor, una gota de agua, bastan para matarle. Pero aun cuando el Universo le aplastara, el hombre todavía será más noble que lo que le mata, porque sabe que muere y conoce lo que el Universo tiene de ventaja sobre él; y el Universo no sabe nada de esto".El hombre es un ser desposeído, se trata de un rey desterrado, una especie de demonio fáustico que sólo es consiente de su gloria al verla perdida.
Grandeza y miseria del hombre
Dice Pascal:
"El hombre no sabe en qué rango colocarse. Está visiblemente desconcertado y caído de su verdadero lugar sin poder volver a hallarlo. Lo busca con inquietud y sin resultado en las tinieblas impenetrables".
"Es peligroso hacer ver demasiado al hombre cúan igual es a las bestias, sin mostrarle al mismo tiempo su grandeza. Es también peligroso hacerle ver su grandeza, sin su bajeza. Es todavía mas peligroso dejarle ignorar lo uno y lo otro".
"Si el hombre se ensalza a sí mismo, yo lo rebajo; si se rebaja yo lo ensalzo; lo contradigo siempre, hasta que comprenda que es un ser incomprensible y misterioso. Que se odie y que se ame a sí mismo: hay en él la capacidad de conocer la verdad y de ser dichoso, pero puede errar de continuo y sentirse desdichado".
"Yo censuro igualmente a los que toman el partido de alabar al hombre, a los que toman el partido de vituperarlo, y a los que hablan de él para divertirse. Al fin, apruebo más a los que hablan en su favor y en su contra doliéndose de él".
El problema de la inmortalidad y el argumento de la "apuesta"
Pascal insiste, casi obsesivamente, en que no existe problema tan merecedor de meditación y esclarecimiento como el de la muerte y la suerte de ultratumba:
"La inmortalidad del alma es una cosa que nos importa tanto, que nos toca tan profundamente, que es menester haber perdido todo sentimiento para quedar indiferente ante lo que ella sea. Todas nuestras acciones y nuestros pensamientos habrán de emprender caminos tan diferentes, según haya bienes eternos que esperar o no, que es imposible dar un paso con sentido y juicio si no es regulándolo por la visión de este punto. Así, nuestro primer interés y nuestro primer deber consiste en ponernos de acuerdo sobre este punto, del que depende toda nuestra conducta".Por eso le parece "irritante y monstruoso" que alguein pueda vivir sin mayor preocupación por lo que los catecismos denominan "postrimerías".
El llamado "argumento de la apuesta". Podemos aintetizarlo así: Dios existe o no existe. ¿Hacia qué lado nos inclinaremos? La razón no puede determinarlos, y entonces pareciera sensato abstenerse tanto de la afirmación como de la negación. Pero hay que tomar partido porque nos jugamos, o bien el todo o bien la nad. Obtemos, pues, como en una apuesta, por la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Si ganamos, lo ganamos todo; si perdemos, no perdemos nada.